Testimonio: 

Hija/o  ó Nieta/o,

Me llamo Antonia y tengo 81 años. Desde mi pequeña habitación en la residencia, quiero contarte cómo es pasar los días en soledad. Mis hijos viven lejos y, aunque siempre me llaman, el tiempo aquí transcurre despacio, en un silencio que se vuelve pesado. La soledad es mi compañera constante, y a veces todo lo que deseo es escuchar una conversación o una melodía.

Hace poco, un grupo de músicos visitó la residencia. Fueron solo unos minutos, pero esos momentos me hicieron sentir viva nuevamente. Recordé tiempos pasados, cuando la casa se llenaba de risas y canciones. Por un instante, la tristeza se desvaneció, y en su lugar quedó una sensación de paz y alegría.

Sé que no soy la única. En toda España, miles de abuelos y abuelas como yo esperan algo que rompa su silencio. Por eso, hoy te escribo. Con tu firma, puedes ayudarnos a llevar la música a más residencias, a más personas que, como yo, necesitan un momento de consuelo, una melodía que alivie la soledad.

La música puede ser ese abrazo cálido que tanto necesitamos.

Con cariño,
La Tata Antonia